Ir al contenido principal

"La Historia de España, que no pudo ser" J. M. Thomas (ed).


Siempre me ha gustado mucho la política ficción. ¿Qué hubiera ocurrido si...? Es una manera de aprender algo de la historia que realmente ocurrió y de dar cierta libertad a la imaginación, que siempre tiende a desear futuros en los que los malos pierden o al menos, no ganan siempre. Así que, en cuanto vi este libro en la sección de novedades, lo compré sin dudar. Y no me gustó. Me quedó la sensación de se trataba de un proyecto rápido para que los 12 autores (todos ellos de la misma cuerda) se ganaran unas peseticas con poco trabajo y sin mojarse mucho. Otros lectores han advertido lo mismo.
Quizá no me gustó porque esperaba algo más cálido y novelesco, al estilo de "En el día de hoy" o quizá, al contrario, no me gustó porque, al tratarse de un texto escrito por una mayoría de historiadores profesionales esperaba más relaciones causa efecto, más certidumbre. Quizá el hecho de que sea una recopilación, le resta frescura, linealidad, coherencia.
El título del libro no es demasiado ajustado porque todos los supuestos que trata pertenecen más bien a la historia contemporánea (de la Guerra Civil en adelante). Stanley G. Payne no llega a mojarse acerca de qué hubiera ocurrido si el golpe del 18 de julio hubiera fracasado totalmente (más de lo que fracasó). Kowalsky afirma que sin las armas de la Unión Soviética, la República Española no hubiera podido resistir 3 años (no se ha esforzado mucho para llegar a tan obvia conclusión). Si José Antonio Primo de Rivera hubiera llegado vivo a Salamanca en 1937 no hubiera podido influir mucho en el bando sublevado, según el editor del libro. Jorge Martínez Reverte (no confundir con Pérez Reverte), el único autor fuera del circuito académico, analiza la hipótesis que me parece más interesante: si la República hubiera llevado a cabo el llamado Plan P (el ataque por Extremadura) hubiera podido prolongar la guerra. Su aportación es, obviamente, la mejor escrita y la más divertida. Tampoco se moja demasiado Ismael Saz acerca de cómo hubiera influido en la historia europea el hecho de que la República hubiera ganado la guerra. Según el norteamericano Goda, si el nuevo régimen fascista español hubiera entrado en la guerra junto a Hitler y a Mussolini, "habría hecho de esta un desastre mayor de lo que fue. España no habría obtenido ganancias territoriales y habría perdido las pocas posesiones de ultramar (Canarias) que aún conservava, y al precio de la pérdida de miles de vidas españolas". Si Alemania hubiera conquistado Europa (quizá gracias al desarrollo de armas atómicas), España hubiera quedado como un pequeño socio comercial, proveedor de materias primas agrícolas y ganaderas, una especie de protectorado, según describe Xavier Moreno. Bowen analiza la influencia que hubiera podido tener un apogeo del germanismo (exaltación histérica del componente visigótico de la "cultura y razas españolas") al calor de la alianza con la Alemania nazi. Dando un salto de unos cuantos años en la historia, Pere Ysás estudia qué hubiera podido ocurrir si Franco hubiera muerto en 1961, en el famoso accidente de caza. Xavier Casals escribe acerca de que fue más probable de lo que se piensa que Alfonso de Borbón Dampierre (el nietísimo) hubiera sido proclamado rey por Franco. Según Martí Marín, si Carrero Blanco no hubiera sido asesinado por ETA en 1973, no hubiera habido cambios sustanciales en la evolución del régimen hacia una "democracia" estabilizada. Supongo que debe ser la postura políticamente correcta. Quizá la hipótesis que analiza Ferran Gallego es la que más desagrada: ¿qué hubiera ocurrido si hubiera triunfado el golpe del 23-F? (asumamos que no triunfó).

Comentarios

Entradas populares de este blog

Las bombas del 11M. Relato de los hechos en primera persona (1).

Todo el mundo dice recordar lo que estaba haciendo la mañana del jueves, 11 de marzo de 2004. Yo estaba durmiendo, y posiblemente, me levanté tarde y con algo de resaca. Quizá por ello, en los primeros momentos, no fui consciente ni de la terrible magnitud del atentado ni de las implicaciones políticas que tenía. No recuerdo exactamente cuándo me enteré de las cifras. Pero como a cualquier persona normal, se me debió helar la sangre en las venas. Acudí con mi hermano a la manifestación del 12 por la tarde. La tristeza no dejaba mucho sitio a la reflexión. Como le pasaba a mucha de la gente que había allí, la última mani a la que había ido fue alguna del año anterior contra la invasión de Irak, ese capricho imbécil del presidente Aznar. Desde su elevadísima altura, había decidido que su sucesor en el cargo sería M. Rajoy. Precisamente, los voceros del gobierno y los votantes del PP más perspicaces sí que advirtieron rápidamente el efecto político que tendría el atentado. La noche del 12

Las bombas del 11M. Relato de los hechos en primera persona (3).

Si no hubiera habido elecciones el 14 de marzo, los hechos que he descrito en la entrada anterior no se habrían puesto en duda. Los posibles fallos policiales y de inteligencia previos a los atentados (especialmente, los relacionados con la llamada "trama asturiana" y el control de la dinamita) habrían sido más o menos ocultados a la opinión pública y salvo en las casas de las víctimas, la vida seguiría más o menos igual. Pero hubo elecciones y el PP y muchos de sus votantes sintieron que se las habían "robado" y que Zapatero era un presidente "ilegítimo". Así que es lógico que, durante un tiempo, en el partido perdedor, negaran la realidad. Necesariamente tenía que ser ETA, porque nosotros nunca mentimos y los que fallaron fueron los votantes, que se dejaron engañar. Ya se sabe que los españoles son flojos e influenciables. En la comisión de investigación parlamentaria del 2004, muchas de las preguntas del PP intentaron, sin éxito, vincular a ETA con los

Las bombas del 11M. Relato de los hechos en primera persona (2).

En la mañana del 11 de marzo de 2004, un grupo de 10 terroristas yihadistas de origen magrebí colocaron trece mochilas bomba en trenes de cercanías en Madrid. Algunos de los terroristas habían sido previamente vigilados por la policía, e incluso alguno ya había sido condenado. No se probó judicialmente quiénes fueron los que dieron la orden y uno de los que puso las bombas no ha sido identificado. Los atentados de Casablanca del año anterior, en los que murieron 33 víctimas y 12 suicidas y las repetidas amenazas contra España en los medios yihadistas eran indicios claros de que se preparaba algo brutal; pero quizá los servicios de inteligencia no funcionaron bien. El explosivo era dinamita Goma-2 ECO. Tanto la dinamita como los detonadores fueron comprados al delincuente asturiano Suárez Trashorras, con el que el terrorista Jamal Ahmidan entró en contacto a través de otro delincuente, Rafa Zouhier. Los tres ya eran conocidos y confidentes de la policía antes de los atentados. E incluso