He disfrutado mucho con esta pequeña joya, que rezuma sabiduría por todas sus páginas. Se nota que el autor ha dedicado su vida al estudio de la literatura griega, y el libro resume sus brillantes y personales conclusiones. No es un manual de historia al uso de la Grecia antigua, sino un elegante análisis de la evolución de los mitos y de la ideología desde la época minoica a la Atenas clásica, fácil de leer y de entender, incluso para profanos. Pero lo que lo hace enormemente interesante es que el autor rastrea en las fuentes literarias (especialmente en Homero) los modelos sociales que han llegado hasta nosotros: por ejemplo, el militarismo, la postergación de la mujer o el sentimiento de culpa del que bebe el cristianismo. Nuestra sociedad occidental (y nuestros valores y nuestras creencias) son como son debido a que las sociedades que nos precedieron, especialmente las formadas por las invasiones indoeuropeas en el extremo sureste de Europa, fueron como fueron. Aunque Aquiles o Héctor no tenían armas de hierro, sus pensamientos son nuestros pensamientos. Y tenemos la suerte de que algunos de esos pensamientos (los más hermosos y también los más horribles) quedaron guardados por la magia de la escritura. Por ello, todos somos "hijos de Homero". Y tenemos la suerte de tener filólogos como Souvirón que nos hablan de ese pasado para que podamos pensar el presente.
He disfrutado mucho con esta pequeña joya, que rezuma sabiduría por todas sus páginas. Se nota que el autor ha dedicado su vida al estudio de la literatura griega, y el libro resume sus brillantes y personales conclusiones. No es un manual de historia al uso de la Grecia antigua, sino un elegante análisis de la evolución de los mitos y de la ideología desde la época minoica a la Atenas clásica, fácil de leer y de entender, incluso para profanos. Pero lo que lo hace enormemente interesante es que el autor rastrea en las fuentes literarias (especialmente en Homero) los modelos sociales que han llegado hasta nosotros: por ejemplo, el militarismo, la postergación de la mujer o el sentimiento de culpa del que bebe el cristianismo. Nuestra sociedad occidental (y nuestros valores y nuestras creencias) son como son debido a que las sociedades que nos precedieron, especialmente las formadas por las invasiones indoeuropeas en el extremo sureste de Europa, fueron como fueron. Aunque Aquiles o Héctor no tenían armas de hierro, sus pensamientos son nuestros pensamientos. Y tenemos la suerte de que algunos de esos pensamientos (los más hermosos y también los más horribles) quedaron guardados por la magia de la escritura. Por ello, todos somos "hijos de Homero". Y tenemos la suerte de tener filólogos como Souvirón que nos hablan de ese pasado para que podamos pensar el presente.
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