Leí "El enigma de Fermat" ,del divulgador científico hindú Simon Sigh, hace unos años. Experimenté una hermosa sensación de deslumbramiento, asombro, admiración. El libro describe de forma amena los esfuerzos llevados a cabo por varias generaciones de matemáticos para demostrar lo que en tonos épicos se llamó "El enigma de Fermat". Es decir, la conjetura que Pierre de Fermat dejó anotada en un ejemplar de la Aritmética de Diofanto. Esa conjetura pasó a ser el problema más importante en la historia de la matemática. Algunas de las mentes más brillantes dedicaron enormes esfuerzos al trabajo; pero fue en vano. La matemática progresó durante tres siglos; pero la verdad permanecía oculta. Fue en 1993, cuando Andrew Wiles propuso en Cambridge una posible demostración de la Conjetura de Taniyana-Shimura, que conecta la topología con la teoría de números. Wiles demostraba así, tras muchos años de trabajo solitario y en secreto, por asociación, el Último Teorema de Fermat.
El matématico y novelista argentino Guillermo Martínez fue capaz de captar en su novela "Los crímenes de Oxford" el ambiente de expectación que rodeó aquel anuncio. Se nota que Martínez ha sido matemático y en una historia convencional de crímenes entrelaza perfectamente las relaciones de admiración y envidia entre los del gremio, la magia de la búsqueda alucinada de la verdad, por el mero placer de buscarla. Recuerdo que la novela me gustó mucho. Me pareció creíble y entretenida.
Anoche vi en DVD la versión cinematográfica. Aunque las referencias que tenía no eran demasiado buenas, pasé un rato agradable. Alex de la Iglesia ha puesto todo su oficio para hacer una peli sin grandes fallos; pero sin grandes aciertos. No capta del todo la tensión inherente a la investigación matemática y a la soberbia intelectual de los protagonistas. Es incapaz de encajar bien en la historia las discusiones sobre Turing, Wittgenstein y Gödel, que funcionan muy bien en la novela. Quizá lo que más me gustó de la peli es el momento en que Elijah Wood tiene que decidir si sigue en el autobús con John Hurt para ir a la conferencia de Wiles (en la peli, no sé por qué, le cambian el nombre), o bajar para echar un polvo con Leonor Watling. ¡Eso sí que es un dilema!
Comentarios