Hemos pasado unos días de infierno en Zaragoza, la ciudad con "nueve meses de invierno y tres de infierno". Aprovechando que todos los turistas estaban haciendo cola en la Expo y que todos los zaragozanos estaban durmiendo su eterna siesta, visité en la ciudad bimilenaria algunos sitios vacíos, pero muy interesantes.
Entre otros fui al Centro de Historia de la Ciudad. Pensaba, equivocadamente, que se trataba de un museo de historia urbana. Me gustan los museos de historia urbana porque es una manera rápida de comprender una ciudad. Normalmente, no hay piezas históricas de demasiado valor porque estas han sido "resguardadas" en los museos "nacionales"; pero la visita siempre es interesante. El Centro de Historia de Zaragoza no es exactamente un museo urbano pues solo alberga exposiciones temporales o itinerantes.
Había 3 exposiciones:
a)Una de graffitis, que ya he olvidado.
b)Una sobre los famosos sitios de la Guerra del Francés (1808 y 1809): "La Zaragoza de los sitios", que no aportaba gran cosa. Afortunadamente, no era demasiado patriotera ni demasiado españolista.
c)La más interesante, llamada "La danza de los diferentes". Esta exposición partía de la famosa comparsa de gigantes y cabezudos, habitual de las fiestas del Pilar. Los nombres y características de los cabezudos: "La Pilara", "La forana", "El robaculeros", "El boticario", forman parte del imaginario colectivo zaragozano y aragonés. En todas las culturas aparecen esta clase de representaciones públicas de personajes deformes, entre lo cómico y lo terrorífico. Lo local y lo universal. Pienso que es una manera de exortizar los miedos, de citar al demonio en público, uno de los muchos ritos con los que intentamos comprender lo incomprensible.
Entre otros fui al Centro de Historia de la Ciudad. Pensaba, equivocadamente, que se trataba de un museo de historia urbana. Me gustan los museos de historia urbana porque es una manera rápida de comprender una ciudad. Normalmente, no hay piezas históricas de demasiado valor porque estas han sido "resguardadas" en los museos "nacionales"; pero la visita siempre es interesante. El Centro de Historia de Zaragoza no es exactamente un museo urbano pues solo alberga exposiciones temporales o itinerantes.
Había 3 exposiciones:
a)Una de graffitis, que ya he olvidado.
b)Una sobre los famosos sitios de la Guerra del Francés (1808 y 1809): "La Zaragoza de los sitios", que no aportaba gran cosa. Afortunadamente, no era demasiado patriotera ni demasiado españolista.
c)La más interesante, llamada "La danza de los diferentes". Esta exposición partía de la famosa comparsa de gigantes y cabezudos, habitual de las fiestas del Pilar. Los nombres y características de los cabezudos: "La Pilara", "La forana", "El robaculeros", "El boticario", forman parte del imaginario colectivo zaragozano y aragonés. En todas las culturas aparecen esta clase de representaciones públicas de personajes deformes, entre lo cómico y lo terrorífico. Lo local y lo universal. Pienso que es una manera de exortizar los miedos, de citar al demonio en público, uno de los muchos ritos con los que intentamos comprender lo incomprensible.
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