Me ha costado mucho tiempo acabar la última novela breve, brevísima, de Fred Vargas. Viajó al sur en la mochila rápidamente improvisada. Y volvió a casa sin haber sido terminada. La he acabado en este abril extraño de días nublados y largas siestas. De Vargas, ya conocía "El hombre de los círculos azules", así que cuando Lola me regaló en algún cumpleaños "Los que van a morir te saludan", se me hizo agua la boca lectora. Había algo en esa novela que hacía lenta la lectura. Quizá la ausencia, las ausencias, la persona que me la regaló ya no está.
Fred Vargas (premio Princesa de Asturias) es el seudónimo de escritora de la científica Frédérique Audoin-Rouzeau. Ha trabajado sobre la peste negra del siglo XIV. Supongo que muchos estarán releyendo esos trabajos. No sé si nuestra sociedad cambiará tanto después del coronavirus como cambió Europa después de aquella peste.
"Los que van a morir te saludan" (2002) transcurre en una Roma que recuerda mucho a la de "La Gran Belleza": gente rica, culta y despreocupada. Gente que reza, se emborracha, lleva nombre de emperador antiguo, visita antiguas bibliotecas y si es necesario, comete un asesinato. El viejo Mediterráneo, siempre decadente, siempre hermoso. Inevitable pensar en la Roma vacía de estas semanas, en el Vaticano de pasillos vacíos, en los solitarios monumentos italianos de esta rara primavera.
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